Le pregunté a Camila por su novio. Arrugó la nariz, miró despectivamente y me respondió:
— No lo recuerdes, me dejó tirada… se fue para otro país: ¡para la Guajira!
Yo seguí leyendo el periódico y ella, terminando la plana de la «e».
Le pregunté a Camila por su novio. Arrugó la nariz, miró despectivamente y me respondió:
— No lo recuerdes, me dejó tirada… se fue para otro país: ¡para la Guajira!
Yo seguí leyendo el periódico y ella, terminando la plana de la «e».